La obra de Norman Mooney toma el diseño industrial como base fundamental. Sus obras, pulcramente acabadas, son el resultado de procesos industriales complejos como la compresión  de vidrio, la fundición de aluminio y la serigrafía. A través de estos métodos, Mooney genera obras que generan reflexiones conceptuales y estéticas profundas. 

 

Mooney toma en cuenta el atributo temporal del espacio; para el artista, el espacio no sólo se relaciona con el tiempo, sino que existe dentro de éste. De esta manera, invita al espectador a considerarse a sí mismo como colaborador del espacio y mantenerse en la inmediatez del momento presente. 

 

La obra de Mooney se activa únicamente cuando el espectador se desplaza en el espacio: al acercarse a los extremos, el espectador se vuelve consciente de su cuerpo. Al ver las figuras inexorablemente amorfas, los ojos intentan enfocar. La obra del artista genera vibraciones con la luz, la oscuridad y los colores de sus dibujos y fragmenta la luz a través de las esculturas de vidrio.